Sunday, August 17, 2008

Todo en su lugar

A veces uno cree que hay algo que hacer, que vivir se trata de ejecutar, de transformar las cosas, de combatir la rutina, de aventurarse a salir de los asuntos mundanos. Eso hasta que un martes cualquiera por la tardecita las cosas de tu vida se transforman y te das cuenta que no siempre es bueno que las cosas cambien. Las cosas deberian quedarse como están. Sobretodo si vives ese ejercicio de supervivencia, en el que pierdes la comunicación temporalmente con alguien muy importante de tu vida, y dejas de saber lo que está pasando en un lugar determinado y en un momento puntual, y dejas de recibir las señales que te indican que todo sigue igual, que esa rutina apacible o loca que siempre queremos romper, puede haberse roto pero no sabes exactamente de qué manera. Tu cabeza empieza a hilvanar historias, la incertidumbre se convierte en el mejor alimento para tus miedos, tu cerebro se estruja con un transcurrir de imágenes que sacude hasta tu sistema de creencias. Y tienes un teléfono en la mano, y un carro ahí afuera esperando por tí, y nueve mil millas de viaje submarino por delante. Y quedas como una servilleta sin saber como has podido sobrevivir a esos minutos en que casi has dejado de respirar, perdiendo un poco la vida, o un poco de vida, hasta que todo regresa a la normalidad. Entonces te das cuenta que esa calma, esa rutina, loca o apacible, ese saber que todo está en su lugar, es la felicidad., lo demás está de más, lo demás es lo de menos.

4 comments:

Unknown said...

Buenísimo!!!

De verdad veo a la rutina como un lugar seguro del que es interesante salir y probar el caos por un rato...como sentirse libre por uos momento...y luego volver...siempre volver...

Carolinita said...

Me dejaste pensando...con toda razón.

un beso

lacari said...

Existe la rutina? o es invento más para sobrevivir?

Saludos.
Carina.

Lalodelce said...

Pienso que la única constante la vida es el cambio. Ahora bien, el cambio no siempre es positivo puede también ser negativo. Y ahí es cuando el cambio nos da tirria, cuando nos duele. Mientras tanto ni lo notamos.