Tuesday, March 30, 2010

De madrugada

Las cosas se sabe como empiezan, pero no como terminan. Recuerdan aquella llamada que espero hace…, cuanto? Dos años?, http://lavidaesunbolero.blogspot.com/2008/07/veces.html
Wow! No lo puedo creer. En fin, la llamada, señores, llegó, el que persevera triunfa, o el que espera… que se yo! El caso es que el Sr. llamó y la dama, la damisela encantadora, la única Penélope que queda por estos tiempos, -por cierto, las penélopes de ahora no esperamos precísamente tejiendo, sentadas en el andén-, pudo apretar el botón verde y decir, Hola? Así, como si tal cosa. Pudo sí, pudo, pero solo Dios sabe cómo la voz le temblaba. Solo Dios sabe cuándo ella recobró el aliento y el sentido, ése que se pierde cuando uno se desmaya, ése, ése sólo lo recuperó después del primer minuto. Hablaron de madrugada, a la hora de las emboscadas. Hablaron hasta casi cuando llega esa hora en que todo lo que pasa queda para la historia, a esa hora en que uno quema todos los cartuchos, en que se saca las armaduras, pero te quedas con la espada en la mano para dar una estocada, a esa hora en que el calor de la cama y el silencio son tus únicos testigos, tus cómplices, a esa hora en que te das un baño y vuelves a la cama, a secarte las gotas de tu cuerpo con las sábanas, y aún te queda en la nariz un olor que emana del silencio de la noche, y de las palabras, y entonces se te revela que ciertos placeres son solo un derecho de los trasnochados, y sientes que de vez en cuando la vida nos besa en la boca. Me levanto y descorro la cortina para que la luna sea testigo de un espectáculo que no se debería perder.

Thursday, March 4, 2010

Volver, con la frente marchita?

Cuba es un estado del pensamiento y yo diría que del sentimiento. Confieso que he sido en ocasiones y de alguna manera mas cubana fuera de Cuba que dentro, pero me quedo. Me quedo porque hace frío, me quedo porque hace calor, me quedo porque soy joven pero también porque estoy vieja. Estoy en Cuba y no siento que debo explicarlo, ni quiero; pero no quiero que se me olvide que quiero estar en Cuba cuando choque con la primera piedra, con el primer hueco de mi retorno, con el primer disparate. Cuando choque con el hambre, cuando tenga que meterme en el escaparate para hablar por teléfono porque hay tanto ruido que no escucho, no escucho nada; cuando tenga que luchar con mi madre que piensa que los hombres la usan a una, no una a los hombres. Por cierto, yo no uso a nadie, solo que partir de ahora puedo limpiarme la boca con cualquiera de ellos, y luego tirarlos como una servilleta. Y el amor? Bien, y tú?
No quiero que se me olvide ahora que no tengo agua caliente en la ducha para bañarme, que no tengo agua caliente para fregar, que no tengo agua vaya, ahora que estoy sentada en esta silla escribiendo en mi cuaderno, al menos eso sigue igual, esperando que pongan el puto motor del puto edificio para que venga la puta agua.
Nada ha cambiado. Todo ha cambiado. Y no voy a entrar en que si la cosa está, o en que cómo está la cosa, es irrelevante, en este caso es irrelevante. Cualquier mejora podría ser una utopía de mis ojos. Mi visión está nublada y es irreflexiva. Mis razones son simples pero emergentes, está clarísimo, son las seis y treinta de la tarde, llegó el agua, tengo que regar los helechos de mi balcón.

Tuesday, September 15, 2009

A destiempo

La guerra es a destiempo y yo estoy sentada en primera fila
No puedo medir mis pulsaciones
No tiene sentido
No conozco al enemigo
No conozco el terreno, ni las armas
Los daños serán colaterales
Voy a apagar la luz de la ciudad
Dejaré encendida una calle desierta
Y cerraré los ojos, a destiempo
No hay a donde llegar
Estoy en paz
Al margen del siniestro
Contigo

Wednesday, August 26, 2009

La cuenta de la luz

Cuando llegué al aeropuerto Lucía me estaba esperando. Mirando desde ese pasillo por donde los que llegan vemos a los que esperan, vislumbré a una mujer de pelo crespo y maquillaje natural que resaltaba sus ojos cubanos, amulatados, demasiado habaneros para ser porteños, demasiado porteños, para ser, aún volver a ser, cualquier otra cosa. Nos fuimos a su casa, ya en Baires no tenía casa yo, era la primera vez que iba a Buenos Aires de visita. Era casi como entrar a la casa de mi infancia, esta vez habitada por otros dueños, un lugar que me perteneció algún día pero que ahora solo podía ver con las manos en los bolsillos, un lugar donde ya no tenía un verdulero donde comprar los tomates, ni un laverap donde lavar mi ropa, ni un placar donde colgarla.

Tampoco iba a otra cosa, iba a presentar mi libro, tal vez asistiría a alguna tertulia si me quedaba tiempo. No quería visitar amigos, cuando te has ido de un lugar sin despedirte, cuando ese lugar aún te duele, cuando han pasado tantas cosas en tu vida y casi casi tienes que empezar de cero, no quieres dar explicaciones. Llegamos a una casa cálida a pesar del frío, -Buenos Aires tiene eso-, un frío que raja las piedras, un frío que hace que te tengas que poner un gorro en la cabeza para que no se te enfríen las ideas. Solté mis cosas en el cuarto que Lucía me había preparado, decorado con sus pinturas como el resto de la casa, y casi inmediatamente salimos a comer, allí cualquier lugar tiene buena comida, hasta los tugurios de mala muerte. Nos fuimos a La Farola en la Avenida Santa Fe, casi llegando a Callao. Me gusta ir a los mismos lugares, me gusta que todo esté allí donde lo dejé. Todo lo que permanece en el mismo lugar donde lo dejamos, de alguna manera nos ha estado esperando. Teníamos cosas que contarnos, pero por muchas que tuviéramos que añadir, siempre era más importante lo que ya estaba dicho. Por eso hablábamos usando tan pocas palabras. Ya sabía yo por correo que se había separado de Arnaldo, pero me faltaba la versión cara a cara, esa con pelos y señales, con ojos y pestañas, café por medio, vino y cigarros, la parte no literaria del asunto, las cruces, las tachaduras, las enmiendas, las erratas. ¿Qué pudo haber pasado con alguien que tuvo el arte de viajar a lo imposible para no darle lugar a frustraciones? Esa persona con la cual ella podía ser ella misma, ese alguien que la quiso una vez tanto que cuando ella quiso un gato, gato fue, una bebida, un orgasmo, un viaje a Buenos Aires, todo eso fue…

- ¿Y… qué pasó con Arnaldo? Pregunté. Ella tomó aire y luego tomó la palabra…
- Tengo que decirte algo. Lo dijo en un tono seco y firme, como se dice solo lo grave y lo definitivo. Y lo tienes que saber por mí y ahora, no sería bueno que te enteraras por otra vía.

Empecé a agarrarme de las patas de la mesa.

- Estoy enamorada, dijo. Un día me metí en un chat, en uno de esos foros del internet, y conocí a una persona que vivía en las afueras, me tomé un tren hasta allí y empezamos una relación que se esfumó en unos días, duró menos que un merengue en la puerta de un colegio. Pero después vino alguien especial, es la persona con la que vivo ahora, el cuerpo me tiembla de solo pronunciar su nombre.

- Pero cuando eso vivías con Arnaldo todavía. ¿Se lo dijiste? ¿Cómo lo tomó?

- Se lo dije, por supuesto que se lo dije, y lo tomó mal, pensó que era un catarro que en siete días se me iba a quitar. Yo recogí mis cosas, le di un abrazo y me fui. A cada rato veo la luz del pasillo que dejó encendida para cuando yo regrese.

En eso sonó su teléfono.

- ¿Le puedo decir que venga? Quiero que la conozcas.

A los veinte minutos apareció Fernanda, con un pelo negro liso y una timidez, como si con ella quisiera ocultar de algún modo su belleza. Su silencio atronador me recordó esa tensa calma que dicen que hay en el mismo centro, en el ojo de los huracanes. Ahí supe que Lucía no se andaba con chiquitas, y pensé, vaya usted a saber por qué, en la cuenta de la luz del apartamento de Arnaldo.

Saturday, July 11, 2009

Silencio

El silencio es un túnel, un vacío, un no lugar
Por eso piensas que no me has dicho nada
Es esa calma que precede la tormenta
Es un sentarse a congelar el tiempo
A pocas horas de lo extraordinario
Es un precipicio
Es la nada llevada en los bolsillos
Es un grito a una distancia posible
Es la respuesta inmediata a una urgencia que no puede esperar
Es un testigo fiel de lo que no pasó

Thursday, June 4, 2009

Atrapada

Tengo un cuento en la memoria, es uno de esos cuentos que se escabulle, un cuento moribundo. Pero tal vez este cuento valga la pena escribirlo, me tiene hace tres días sin salir de la casa, atrapada, presa, es un cuento que no se deja atrapar, pero me atrapa. El tiene mas fuerza que yo, sin duda, me he dado cuenta. No puede ser que lleve tres días frente a la computadora, levantándome sólo para hacer café, o comer algo, que haya empezado a buscar la Teoría del Cuento, y esté leyendo a Horacio Quiroga, a Galdós y a Julito, Cortázar, sólo para ver si ellos me tiran un cabo, me dicen donde buscar. Tal vez el cuento esté debajo de la cama, o en cualquier esquina de la casa, tal vez es un cuento fantasma, tal vez tenga que dejar de pensar en él, o hacerme la loca, tratar de que no se note, como con los hombres, mirarlo de reojo, sólo cuando él no me esté mirando a mí, para que crea que no lo miro, que no me interesa. Porque los cuentos son así, en cuanto saben que te tienen, te dejan, ahí mismitico, plantada, con la ropa puesta, y si te he visto no me acuerdo. He bajado el volumen de todo, para escucharlo, para que se presente, como los muertos, para crearle el ambiente, entonces aguzo el oído, y miro a Perro, que tiene mejor olfato que yo, no vaya a ser que sea él quien lo perciba primero. Me da lo mismo por cual de los once sentidos que tenemos entre Perro y yo, se presente el susodicho, me da lo mismo, más no aparece. Subo el volumen de todo nuevamente, armo una fiesta, con panderetas, con música brasilera, aaaahh lalala lalaralaaaaa lalalalalalaralaaaaaaaaaa, lalalalalararalaaaaaa Brasil, Brasil, brasiiiiiilll, y bien? Nada.
Entonces rezo un mantra, un mantra salvaje, le meto de todo, al mantra, invoco a mis santos más poderosos, le pido a Elegguá que me saque de este celibato intelectual, invoco a todos los seres místicos implicados en mis destinos, con palomas mensajeras, señales de humo y toques de tambor, esgrimo un váculo en el aire, toco campanas, doy cuatro saltos mágicos y bailo desnuda, lucho contra mí misma, me miro en el espejo, tengo las tetas grandes, así se dio cuenta Serrat de que a su techo le hacia falta un poco de pintura, mirando las musarañas. Podría dejarlo todo aquí, en musarañas, más debo decir, que al final el cuento se cimarroneó, pero yo al menos tengo algo que contarles

Tuesday, May 5, 2009

Todos los caminos conducen a Roma


Pasear por Roma de la mano de un romano que sabe lo que dice es extraordinario. Conoces no solo la Roma clásica sino los rincones, los agujeros, los recovecos de los romanos. Las noches de Jazz y batucadas, las mejores pizzas, Maccheroni, Mattarello, el mejor helado, la pasión por Moretti, por La Roma, los nuevos amigos, el mercado, las puteadas hacia Berlusconi, la visión sobre los inmigrados, la mano firme y segura, todo eso y más, se lo debo a un romano. No se lo dije a nadie. Por momentos me sentía fugitiva escapando de un castillo por senderos adoquinados. Cuando me encontré fragmentos del Acueducto Romano, me vinieron a la mente, las ruinas de la Muralla de La Habana, salvando los escenarios. Roma después de verla te despierta la inclinación de juguetear con ella hasta dejarla exhausta. Y no fue el Coliseo, donde mi amigo jugaba de niño con los gatos, ni la Basílica de San Pedro con su altar el Baldacchino, ni el Foro Romano con el Monte Palatino que te mata, no fue eso. Fue la Fontana de Trevi, para la cual no hay palabras, no hay palabras, cero, nada. Mi idea era sumergirme en ella como Anita Ekberg, pero llegué allí, y supe que había llegado a un límite, y no supe donde esconder la vergüenza. Después de entrar al Vaticano, mirar a tu derecha y pararte frente a La Piedad de Miguel Ángel no puedes hacer otra cosa que buscar su historia y abrir la boca y no cerrarla nunca más al enterarte que el artista la esculpió a sus veintitrés años. Es la única obra firmada de él, cinceló su firma al enterarse que se dudaba de su autoría por su juventud.A esa hora te quieres ir corriendo a ver la Capilla Sixtina, cuya bóveda decoró Miguel Ángel, en un conjunto de frescos que narran las nueve historias del génesis. La escena de abajo,(tercera foto), pertenece a la creación de Adam, que dicho por los que saben constituye uno de los más grandes milagros del arte. Pero si son más de las cuatro y es el último día que te queda en Roma, has de dejarlo para la próxima.Y ya que estamos pondré el David de Miguel Ángel, una de las obras maestras del Renacimiento. Está en Florencia, también quedó para la próxima. Como todos lo conocen por delante, lo pongo de espaldas.Esto no termina aqui. Comprenden por qué todos los caminos ...

ya saben.