Friday, June 15, 2007

Estado de Coma

Hoy mi esposo me acogió en sus brazos y volví a ser una niña. Yo estaba muy triste, algo pasó hoy de lo que no tengo una clara conciencia, pero puede ser cualquier cosa, falta de sueño, falta de ejercicio, falta de esperanzas, falta de respuestas, falta de prisa, falta de tiempo, ….no sé, pero tengo, tenía, un estado de tristeza miserable. Yo misma no puedo describir el estado en el que me encontraba pero debió haber sido muy penoso, cuando mi esposo, que siempre me reta cuando me pongo triste, me sentó a su lado en un diminuto hueco del sofá, en realidad me cargó, me acomodó en su regazo, y no me dijo absolutamente nada. Es increible lo que puede conseguir el silencio.

Confieso que suelo enmascarar mis estados, porque somos nosotros dos, sin familiares ni amigos, en este lugar que es el centro de muchas cosas, pero que a nosotros nos resulta distante y ajeno, solo nosotros dos para darnos fuerzas y sobrellevarlo todo. Cuando alguno se pone triste se lo pasa al otro y comenzamos a girar en círculos interminables muy difíciles de superar.

Pero hoy ni siquiera intenté enmascarar nada. El percibió esa derrota, esa falta de voluntad, debió haberme visto resignada, perdida, desmoralizada, tanto, que hizo uso del silencio, y merecí ese cómplice abrazo y ese beso en la frente que me hizo sentir, a pesar de los pesares, la mujer mas feliz del mundo.

Tuesday, June 5, 2007

Penosa confesion

OK, lo confieso, veo televisión. Y no estoy hablando del Discovery Channel o del National Geographic, veo programas de chimentos. Ya sé que no es propio de personas interesantes, inteligentes o intelectuales. Será que no soy interesante, inteligente y mucho menos intelectual, pero VEO television. Me postro atónita ante este idiotizante aparato y veo todo lo que pasan, desde el mas inofensivo animado para niños hasta todos esos programas morbosos y amarillistas, incluyendo los reality shows mas baratos y las novelas de silicona, así como ese circo mediatico de famosetes que venden hasta su alma al diablo por diez minutos de gloria.

Y lo peor es que no me siento mal por ello. Creo que con la misma capacidad de discernimiento que puedo leerme un libro de Tomas Eloy Martinez y un poema de Juarróz, puedo ver esos programas de silicona que le dan carácter de información de interés nacional al chisme y a las coyundas. O sea que conozco a Susana Gimenez, a Luciana Zalazar y a Jacobo Winograd, y no hay, todo el que me conoce lo sabe, que no hay absolutamente nadie que pueda despegarme del televisor a la hora de Tinelly. Seré tarada?