(Cartas desempolvadas de mis archivos indecentes)
Ahora mismo estoy temblando con dolores en el pecho.
Temblores de pensar que no te pueda encontrar,
dolores de saber que no te puedo buscar.
estos golpes de franqueza que me revelan toda,
de los pies a la cabeza.
Sin embargo, una vez más yo apuesto por la verdad,
quiero pensar que se puede entregar lo más sublime
sin que a uno lo condenen,
sin que a uno lo castiguen.
El que toma ventaja de las emociones del otro,
no es un tonto ni un hijo de puta,
es un pobre diablo.
Y no es que yo ande por ahí soltando mis confesiones a grito pelado,
o mejor, a puro grito.
Valoro mucho la estirpe de a quien le entrego mis cosas.
Mi lado inconsciente me desordena,
mi lado consciente no me funciona.
No puedo pensar, no sé lo que va a pasar,
las ideas tambalean, tropiezan unas con otras,
ruedan por la bañadera,
saltan en la cuerda floja,
no sé como llamar a este desborde,
al final el amor
es un algo sin nombre.
Por momentos cobro juicio y me comporto cautelosa,
más no puedo evitar regresar a este lugar,
enseguida recupero a la mujer que te añora,
a esta cosa temblorosa que se está muriendo a plazos,
que se le caen las palabras,
que se le caen los pedazos.
Si tuviera que elegir me quedo con la delirante,
dejo de ser la señora y me declaro vacante,
me declaro ingobernable, me declaro terrorista,
me declaro medio loca, me declaro invicta.
Haz conmigo lo que quieras
Si duermo no me despiertes,
no me cures esta pena, allá yo con mi condena,
ponme en tu lista de espera
que voy a esperar por ti,
voy a vivir cuatro vidas,
estoy borracha de ti.