Saturday, February 14, 2009

Diatriba contra la soledad

No puedo parar de escribir, sobre todo cartas. El destinatario a veces eres tú, a veces el tiempo, a veces el universo. Mi amigo Julio Fowler que es tan fino, dice que uso un sujeto indeterminado, él dijo exactamente, omitido? Uf, qué culto suena eso…! Pero pensándolo bien, mi SUJETO está omitido, omitidísimo, más yo no desistiré hasta encontrarlo, hasta hacerlo aparecer y tocarlo, hacerlo venir, si yo pudiera de donde estoy hacerte venir…

Y es que en esta soledad posterior a la tormenta estoy como las palmas. Las palmas, dijo Martí, son novias que esperan. Muchas veces, he aconsejado a más de una amiga que hay que saber estar solo y bien. Eso suena muy bonito, pero también he dicho más de una vez que la felicidad es sentarse frente al televisor con alguien que se quiera reír contigo de cualquier tontería que pongan. Por más que me empeñe en volver a reencontrarme, en liberarme, por más que me empeñe en salir sola del bache, por más que me empeñe en aprender a estar felizmente sola, en mi caso no funciona. Más que encontrarme me desencuentro, me pierdo, me desconcentro, me desordeno amor, me desordeno… La felicidad por naturaleza implica vivir en pareja, compartir la sonrisa y olvidarse de los argumentos. La soledad no tiene matices, ni condimentos, y por más que yo quiera, no puedo llenar el espacio que queda, no ya en la cama, ni en la bañera, no puedo llenar el espacio que queda en ese lugar donde va la respuesta, donde va la sonrisa de alguien con pájaros en la cabeza.

La soledad es antinatural, y aún corriendo el riesgo de sonar muy cursi, quiero decir que necesito amar, necesito un cómplice porque al mirarme al espejo veo a un ser esencialmente fiel que necesita a alguien que lo ayude a cometer sus fechorías. La pareja es como ese amigo de la infancia con quien jugaba a esconderme después de tocar las puertas, por solo ver la cara de imbécil que ponían los que ya habían olvidado que un buen día fueron niños. Dijo Juan José Millás: “La soledad es una amputación no visible pero tan eficaz como si te arrancaran la vista y el oído, y así, aislada de todas las sensaciones exteriores, sólo con el tacto y la memoria, tuvieras que reconstruir el mundo que has de habitar y que te habita."

Cuando la soledad te llega por sorpresa, quieras o no has de hacer un recuento. Y entonces elegirla, o aprovecharla para decidir si vas a reorientar tus antenas o si vas a claudicar. Y claudicar no es una opción si no te vas a morir para siempre jamás, como se muere todo el mundo. Si me voy a quedar aquí he de decidir si son más importantes mis mañanas o mis ayeres. He de decidir que hacer con este, mi único escenario y casi, casi morirme y volver a nacer para aprovecharlo sin prisa. Cuando sacas todas esas cuentas te das cuenta de que la plenitud solo se alcanza si tienes con quien compartirla. Dicen que si quieres ser feliz hagas feliz a alguien, ese alguien puede ser mucha gente, pero yo estoy hablando de armar la fibra con la que se teje mi estabilidad emocional, la mía. Mi estabilidad emocional tiene la temperatura de mi mano, y la temperatura de mi mano está influenciada por la de la mano de mi cómplice, ése con quien voy a recorrer las espirales de este mundo, ése que está empezando a tener un nombre y un apellido.