Wednesday, March 26, 2008

Descubrirnos

Todos los dias aprendo algo, de la vida digo. Casi todo está dicho en los libros y de lo que no está dicho no me preocupo porque ni viviendo tres veces podria yo abarcar lo que ya alguien se tomó el trabajo de descubrir y poner en blanco y negro. Pero no es lo mismo aprender por observación que leer o estudiar un tema de la manera tradicional. Lo que se aprende por observación es enriquecedor y ejemplarizante, surte el mismo efecto que lo que se aprende a palos. Cada nueva experiencia que vivimos nos pone a prueba, nos trae sensaciones nuevas, pero la mejor sensación que nos trae cada nueva experiencia es la posibilidad de aprender de nosotros mismos. Uno nunca sabe todas las posibilidades que encierra y es maravilloso descubrir que tenemos capacidades que desconociamos o que podemos reactivar talentos que dormitaban. No soy amiga de la inercia, no resisto hacer las cosas mecánicamente, aunque reconozco que hacer algunas cosas mecánicamente tiene sus ventajas. Aborrezco todo lo que me anule la creatividad, pero confieso que a pesar de los esfuerzos que hago para que no me salgan telarañas en el cerebro he tenido etapas de un verdadero celibato intelectual. Por eso estoy contenta, trabajar me pone a otro ritmo, y confieso que no soy una persona trabajadora. Suena mal? Lo sé, pero qué quieres que te diga. De trabajar lo que me gusta es el ritmo, levantarme, bañarme y salir de casa con la sensación de que le estoy ganando tiempo al tiempo con toda mi calma, me gusta la sensación de estar levantada cuando todos duermen, cuando aún no se escuchan los primeros ruidos del día, cuando los perros se vuelven cómplices y no ladran, cuando todo se confabula para no romper esa bruma única de la mañana. Me gusta salir a la carretera y andar con las ventanillas bajas, escuchar cualquier música de mis discos, cantar como Norah Jones, o como mi vecina Vania, me gusta entonces llegar y sumergirme en la locura azul de una oficina que no para, y por momentos pensar que me vuelvo loca, pero al final decirle a mi jefe: comprendes? Estoy segura que ya se me va a pasar porque lo que me gusta de trabajar no tiene nada que ver con trabajar, no soy trabajadora, ni madrugadora, ni abnegada, pero por ahora todo marcha bien, y lo mejor es que no pienso en aquello que ustedes saben,…, que no voy a decir lo que es porque no puedo hablar de eso ahora.

Saturday, March 22, 2008

Volver a casa...

Cuando venía hoy hacia la casa, corriendo en realidad, por haber dejado tanto rato a FITO solo, mi perro, pensaba que entendia claramente lo que Alejandro Sanz quiso decir cuando dijo: “…cuando nadie me ve suelo ser o no ser, cuando nadie me ve no me limita la piel…”A mi tampoco me limita la piel cuando nadie me ve. Sobre todo ahora que empecé a trabajar y tengo el ego en su punto, ahora que se abren otras puertas, que se destraban algunos temas, ahora que veo que quedan restos del pasamanos de la escalera de aquel edificio en ruinas. Hoy hablé horas con mi madre, grité en medio de la nada, de la nada cotidiana, dormí con una tajada de aire limpio entrando por el filo de una ventana. No sé si fue el dejar entreabierta la ventana lo que incidió en que se abrieran las puertas, lo cierto es que a la vez que me despido de ciertos anhelos por una cuestión práctica, me llegan las ediciones impresas de otros sueños postergados.

Algunos me felicitan porque tengo un puesto relativamente cómodo y bien pagado, que es lo a lo que aspiramos todos, bah! no sé, algunos querrán mandar y tener gente a cargo para no disparar un chícharo y ganar muchísima plata, yo quiero ser soldado raso y que cada cual haga lo que quiera con su vida y con su trabajo. He salido de casa a las siete de la mañana y he regresado a las ocho de la noche mareada de no almorzar, y al no tener marido en casa (que por cierto, no me ha dejado porque parece que me quiere mucho), lo he hecho pensando solo en mi perro y en la supervivencia de mi espalda.

En Cuba hay un dicho que reza: Somos libres, y ahora qué? Que me evoca esos momentos de la vida en que uno alcanza algo que ha venido deseando mucho y cuando lo tiene en las manos, oscila entre el desconcierto y el entusiasmo. Pero los grandes momentos de la vida tienen eso, son imperceptibles. Me siento como a las doce de la noche de un 31 de Diciembre, en que a pesar de la euforia y los gritos de la gente, yo no acabo de darme cuenta de lo que pasa y lo único que quiero es irme a dormir a casa. En este caso me doy cuenta, estaba detenida, viviendo una vida prestada, llegué a perder la voz en el medio de la palabra, y tenia el deber de encontrarla, estoy generando progreso, y eso es fuerte, así que mejor me voy a la cama, me tapo con colcha, apago la luz, y espero la calma.

Monday, March 3, 2008

La Otra Mitad II

Quizá la escritura sea ese precipicio que necesito ahora, que me permite pararme al borde de él, inclinar la cabeza, mirar hacia abajo y sentir la adrenalina que me corre por las venas, luchar para no caerme, encontrar el equilibrio, y después seguir caminando como si tal cosa, como si fuera yo una persona normal. Aquí amerita decir que si yo fuera una persona normal sabría si la que está escribiendo estas líneas soy yo o si es esa otra dimensión en que vive mi otro yo, -que por momentos es más auténtico-, y entonces podría definir si estas historias de convivencia han estado en mi vida, en mi memoria o en mi imaginación.

Estos tiempos son peligrosos, y el mayor peligro estriba en el afán de aprovechar el tiempo, pero de aprovecharlo por omisión, porque todo lo que se hace sin querer sabe a tiempo perdido. La única manera de no perder el tiempo no es haciendo más cosas todavía, no hay que tratar de consumir las horas, de apretujarlas para que quepan en ellas todo lo que nos alcance, -probablemente para tener que hacer menos cosas manana-. La única manera de no perder el tiempo es dejar atrás todo lo que nos pesa. Yo estoy completamente segura de que soy feliz, soy consciente de que la felicidad es la suma de pequeños momentos, la felicidad es levantarse por la mañana y tener a quién preguntarle la hora; no es un estado de exitación o de exaltación, es una música apacible que transcurre entre las horas. Pero hay veces que esa música se torna en ruido de fondo y es ahí cuando comprendes que la vida se va en el bostezo que das cuando alcanzas la perfección, cuando dejas de ser una mujer que se sienta en el piso.

La vida sería muy aburrida si transitáramos por ella con las luces encendidas y pudiéramos ver con claridad cada paso que damos, -y convengamos en que cualquier paso se puede convertir lo mismo en una puerta que se abre hacia un terreno firme que en un salto al vacío-. A mí me gusta la vida porque me plantea retos que llegan sin salir a buscarlos, por esas bifurcaciones que se presentan de a ratos, y que por suerte sólo se presentan de a ratos. Y ahí una tiene otro reto, otra disyuntiva, la de cambiar el panorama o hacerse de la vista gorda. Yo por ejemplo sé que me voy a quedar sola, que no voy a tener hijos, que mi marido me va a dejar, y que de pronto me encontraré divagando en medio de escombros, de los restos de un edificio derrumbado, subiendo por una escalera que ha perdido el pasamanos. Y es que aunque tengo la opción de hacerme la loca y seguir subiendo esa escalera infinita sin enterarme de nada, he decidido mirar hacia los lados
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