Monday, August 20, 2007

Esta es mi Habana, -con sentimiento manana-.

Pido permiso para ver si me reconcilio de una maldita vez con estos sentimientos duales que no puedo hacer a un lado cada vez que pienso en La Habana. Para ello voy a pedir prestadas palabras de Miguel Barnet, ese importante escritor y etnólogo cubano: “ La Habana tiene zonas que nadie ha visto. Quién me va a decir a mí qué cosa es La Habana... Quién me va a hablar a mí de La Habana... Perdóname un acto de extrema vanidad: La Habana soy yo.”

Señoras y señores, nunca pensé que iba a caer en este lugar tan común, pero quién soy yo para no hablar de La Habana? La Habana no es únicamente ese punto de la geografia que marca mi lugar de origen, La Habana es todo lo que me explica, es donde están mis cosas más seguras, es el único lugar donde puedo andar a tientas y encontrar desde el primer libro de mi vida, hasta las fotos de mi primer dia de clases, las libretas de la escuela donde pegué los recortes con mis manitas de entonces, y las notas de cinco años de Universidad, en fin todos mis pedazos. La Habana me duele tanto que la única manera que ha encontrado mi mente para soportar la distancia es pensar que estoy en un viaje transitorio, con pasaje de ida vuelta, de una vuelta prolongada, que se hace cada vez más larga, pero que está cada vez más cerca. Pero que al final regresaré ahí, a ponerle agua a las plantas de mi balcón todas las mañanas. Este no es un escrito para hablar de rumbas y guaguancoes, ni de sol y bicitaxis, ni de miserias afectivas o claustrofobias insulares, al contrario mi nostalgia viene por el lado de lo que me separa. A lo largo de todo mi andar por otros nortes y cooordenadas he descubierto que hay cosas que he hecho parte de mi vida que pudieran parecer menores pero que hacen que ya no encuentre yo mi lugar en La Habana.

En La Habana el tiempo se detuvo sin ceremonias, aún con esa sensación de ingravidez que me hace pasar a una dimensión atemporal, no consigo relajarme. La cumplimentación de las tareas más comunes y rutinarias se dificultan a un extremo patológico y consumen el doble del tiempo y la energía que consumirían en cualquier otro lugar mas o menos civilizado del planeta. Me he acostumbrado al buen servicio de transporte público, a la computadora, a la internet, al tener que hacer una llamada y disponer en cualquier esquina de cabinas con teléfonos que funcionan, o al taxi a mi servicio sin que me cueste un ojo de la cara, al agua corriente en el baño, a los cines y teatros con ofertas renovadas, a farmacias repletas de remedios de los males cotidianos, y por qué no? a una atención decente, más o menos esmerada, a un cafecito caliente en cualquier plaza, a una servilleta, a una vida cotidiana que me hace sentir más persona, más humana. Sin embargo, he descubierto que me siento extraña en La habana, donde el más simple acto cotidiano se convierte en una hazaña, cual si me hubiera mudado al desierto del Sahara.

Pero esto no me pone en ninguna disyuntiva. Lo que significa La Habana no tiene contrapeso con nada. Nunca está en tela de juicio el regresar a La Habana, porque La Habana es un delirio que se alimenta a distancia. Cuando no estoy en La Habana me construyo una Habana, y en vez de a la vicisitud me aferro al símbolo, al concepto, al portal y a la fachada, porque yo solo puedo ser yo, por La Habana.



Tuesday, August 14, 2007

Saber adaptarnos


El pasado tiene dos caras. Es ese lugar de donde vengo, donde están sembrados mis ancestros, lo que me define, lo que marca mi identidad, es todo lo que me explica. Pero también es lo que me hala y actúa como viento en contra cuando ando, como hace mas de diez años, por otras tierras, allen de los mares. Siempre fui muy apegada a mis cosas, y cuando digo mis cosas, hablo de lo intangible, de lo esencial, que es invisible a los ojos. Nunca entendi como alguna gente que se va de su lugar de origen, se sacude el polvo del camino y emprende una nueva vida sin mirar atrás. Pero un dia, luego de muuuuuchos años, comprendí que el éxito es de los emprendedores, de la gente que piensa que todo tiempo futuro tiene que ser mejor, de los que toman el toro por los cuernos.

Podemos entristecer por situaciones puntuales, terribles que tiene la vida, que muchas veces nos hacen más fuertes y siempre nos ayudan a crecer. Pero a veces nos hacemos adictos a la tristeza y la afrontamos como condición estable y permanente, como un vicio. Esto por contraste, me lleva a la conclusión de que, de cierta manera, ser feliz es una decisión que se toma. Y se toma cuando te das cuenta de que todo puede cambiar en una milésima de segundo.

Hay que tener la capacidad de adaptarse, eso no solo nos salva porque nos hace mas sanos sino que nos renueva. La vida ha sido muy flexible conmigo, y lo sigue siendo. Que más puedo pedir? Un hijo, pero si no me lo da tendré que adaptarme, que no es lo mismo que resignarme y tener la misma flexibilidad y agradecerle por todo, por todas las otras cosas que me ha dado que son muchas, y seguir adelante bien, y proyectarme a futuro, y sonreir.





Monday, August 13, 2007

Carta

Lo mejor que me ha pasado en la vida es conocerte y estar a tu lado para amarte. Por eso quiero estar contigo siempre, hasta el final de nuestros días, envejecer en cualquier parte contigo y con mi madre y con el hijo que vamos a tener. Ese día me sentaré en la cama, abriré la gaveta y sacaré esta carta que me recordará estos días llenos de incertidumbre, y me moriré de risa.

Friday, August 3, 2007

Quién tiene el don?

Debo confesar, pasando por la verguenza de provocar una desagradable impresión, que soy machista. Y sé que esto dicho de esta manera podría ocasionar serios estragos a mi reputación como mujer de hoy, sensata, coherente, adulta, profesional y libre. O como mínimo puedo provocar ferviles detractores o una ferviente lástima. Esto viene a colación de ciertos rezagos de ideología feminista que ven al hombre como un freno, una traba para la mujer en sus vidas, según ellos los hombres llevan incorporada una fuerte tendencia controladora y dirigente que implica que la mujer tenga que dar un paso al costado muchas veces de manera inconsciente y asumir un papel secundario que contradice sus mas preciadas aspiraciones. Estas feminas alegan que la mujer está preparada para todo y que no necesita un hombre para vivir plenamente. Señoras y señores, esto dicho a los 24 años cuando todavia nos controla esa insensata rebeldía precursora, lo acepto. Como cuando tampoco queríamos tener hijos porque queriamos priorizar otras cosas. Pero a los treinta años empezamos a darnos cuenta de que el hombre tiene sus cosas buenas (algunos son hasta humanos), y a los 40 definitivamente sabemos que somos lo suficientemente mujeres como para tener un hombre al lado y seguirlo siendo.

El feminismo implica un igualitarismo a ultranza que desafía ciertas leyes de la naturaleza, que desconoce que el hombre y la mujer son entidades orgánicamente diferentes con disparidades de orden biológico, psicológico y social que justifican los roles que cada uno ha asumido históricamente. Todo el mundo sabe que la niña habla más rápido que el niño y eso se debe a que el cerebro del hombre y de la mujer difieren en tamaño, estrucutura y sensibilidad— en general el de la mujer es, como el cuerpo, del 10 al 15 % menor que el del hombre. Pero las regiones que se dedican a las funciones superiores, como el lenguaje, están más densamente pobladas de neuronas en la mujer que en el hombre. Según los doctores Sally y Vinnent, profesores de pediatría y neurología de la Universidad de Yales, las mujeres tenemos mejor habilidad para el lenguaje y esto pudiera deberse a que la mujer utiliza regiones de ambos hemisferios para leer, mientras que los hombres emplean únicamente parte del izquierdo. Cuando una mujer realiza una tarea, por sencilla que sea, incluso mover los pulgares, la actividad de sus neuronas ocupa un área más extensa del cerebro.

En el caso de los hombres la actividad neuroeléctrica ocurre en regiones muy localizadas, mientras en las mujeres la red de células activas es tan extensa que en una tomografía aparece como una vista nocturna de la ciudad de Las Vegas. Una explicación posible, aunque discutida, tiene que ver con el cuerpo calloso, el puente de fibra que une el hemisferio derecho con el izquierdo. Por lo mismo, el cerebro femenino puede hacer asociaciones de ideas que quizá a un hombre no se le ocurrirían. Para algunos esta habilidad constituye una forma de inteligencia emocional mientras que otros la llaman simplemente intuición femenina.

El cerebro masculino, en cambio está más capacitado para la concentración, lo cual podría explicar por qué un hombre puede quedar absorto en una lectura mientras suena el teléfono o el perro ladra. Las emociones afectan más al cerebro femenino. El cerebro femenino puede también identificar emociones ajenas con más precisión. También en el modo de orientarse las mujeres difieren de los hombres. Así, para recordar determinadas rutas o dar indicaciones de cómo llegar a un sitio, las mujeres nos guiamos por determinados puntos de referencia que vamos encontrando en el camino, mientras que los hombres atienden más a la distancia y a la dirección, medio Km. hacia el oeste y después medio Km. hacia el norte, por ejemplo. Se dice que los hombres tienen ciertas características innatas que les da ventaja para las cosas que exigen noción del espacio por eso obtienen mejores puntuaciones en las pruebas que consisten en hacer girar mentalmente una figura de tres dimensiones. Esto explicaría por qué un hombre puede estacionar el coche en un espacio pequeño donde a la mujer le cuesta mucho trabajo.

No puedo sentir freno a mi desarrollo cuando el hombre asume tareas que más bien me liberan, tareas que no solo no quiero hacer yo sino que no quiero aprenderlas. Para qué enredarme con un manual de instalación de un delicado equipo electrónico o montarme todos los sábados encima de la máquina cortadora de césped si mi esposo lo puede hacer olímpicamente por instinto y hasta con los ojos cerrados le va a quedar mejor que a mí. Definitivamente no voy a ser más independiente por ello y no tengo mentalidad de superpoderosa tampoco. No tengo ningún problema en aceptar que el hombre hace ciertas cosas mejor que yo, como yo hago ciertas otras mejor que él. Y no caigamos en situaciones particulares, hay hombres muy buenos cambiando pañales y mujeres que manejan muy bien las grúas, porque todo lo que se estudia se aprende. Pero el don, la mejor predisposición natural, lo tenemos el uno o el otro según de lo que se trate; y sí, es como una suerte de fatalismo pero genérico en vez de geográfico, y por qué luchar contra eso? No solo me parece inútil sino que me parece analfabetismo emocional competir con algo que ni siquiera se puede comparar conmigo.

El igualitarismo es la traslación mecánica de un modo de ser de un género a otro, muy diferente a la igualdad, que es equidad, y por tanto no estoy dispuesta a perderme esa mirada cómplice de la mañana, ese beso, esa presencia un poco perturbadora, por cierto, pero que entraña esa fuerza que también me recuerda, no que soy el sexo débil sino la delicada flor.
Nota: Utilizados datos de un trabajo del Dr. Jose Manuel Frómeta Lores, publicado en Monografias.com